En un mundo donde los prejuicios y estereotipos suelen marcar la percepción que se tiene de las personas con discapacidad, la voz de Inés Rodríguez resuena como un recordatorio poderoso y necesario. “No soy ni niña ni tonta: solo tengo parálisis cerebral”, afirma con determinación esta joven, demostrando que las etiquetas no definen a las personas ni limitan sus capacidades.
Inés, de 25 años, vive con parálisis cerebral, una condición que afecta su movilidad y algunas funciones motoras, pero no su inteligencia, su capacidad de expresarse ni su derecho a ser tratada como cualquier otra persona. Sin embargo, a lo largo de su vida ha tenido que enfrentarse a miradas condescendientes, comentarios malintencionados y actitudes que asumen que su condición la hace menos capaz.
Con esta contundente declaración, Inés busca romper con los mitos que rodean la discapacidad. Quiere que la sociedad comprenda que vivir con parálisis cerebral no significa ser incapaz de pensar, decidir o vivir plenamente. “No necesito lástima ni sobreprotección, solo respeto y oportunidades para demostrar lo que puedo hacer”, afirma.
Inés es un ejemplo de superación y resiliencia, pero también de lucha por la igualdad de derechos. Como ella misma explica, el problema no radica en su parálisis cerebral, sino en las barreras sociales que limitan su inclusión. Desde la falta de accesibilidad hasta los prejuicios, muchas veces las personas con discapacidad enfrentan un doble reto: el de convivir con su condición y el de lidiar con una sociedad que no está completamente preparada para incluirlas.
“Las personas tienden a hablarme como si fuera una niña o a ignorarme porque asumen que no entenderé. Pero no quiero que me hablen diferente, quiero que me escuchen, porque tengo mucho que decir”, comparte Inés, quien se ha convertido en una voz activa en la lucha por la inclusión, como puede comprobarse en su canal de tiktok
La cuenta de Inés invita a reflexionar sobre cómo nos relacionamos con las personas con discapacidad. Más allá de las palabras, su mensaje nos pide mirar más allá de las apariencias y reconocer a la persona detrás de la condición.
Cada vez más, historias como la de Inés nos recuerdan la importancia de construir una sociedad más inclusiva, donde las diferencias sean valoradas y las capacidades de cada individuo sean reconocidas.
“Quiero que me vean como soy: una persona con sueños, metas y la capacidad de lograrlas. Mi parálisis cerebral no me define, me define lo que hago con mi vida”.
Con mensajes como este, queda claro que la verdadera discapacidad radica en los prejuicios y la falta de empatía. Es tarea de todos cambiar esta narrativa, comenzando por el respeto y la igualdad en nuestras interacciones diarias.
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